Los datos históricos registran la llegada de plantaciones de café a
Lima en 1760 desde la ciudad de Guayaquil, cuando ésta formaba parte del
virreynato del Perú, pero dan cuenta de que ya existían algunas plantas en Huánuco,
aunque sin fecha exacta ni lugar de procedencia. Nadie pudo dar cuenta de quién
las sembró por primera vez.
Recientes
descubrimientos apuntan al distrito de Chinchao, como la zona donde comenzó a
cultivarse el café entre 1740 y 1760. Y precisamente a partir de este
descubrimiento la Junta Nacional del Café está financiando una investigación
para rastrear mayor información sobre la llegada del grano aromático a
Chinchao, y cómo fue ampliando su cobertura hacia localidades aledañas, hasta
diseminarse por los valles de toda selva central y de ahí a otras zonas del
país.
El café encontró
en los valles interandinos y selva alta del Perú un terreno propicio para
florecer. La altitud, el calor y la suficiente humedad de estas zonas hicieron
que a fines del siglo XVIII, el café se hubiera posicionado en la selva alta
semitropical de Huánuco, Moyobamba, Cusco y Jaén, a fin de satisfacer el
creciente mercado local. La historia da cuenta que ya entonces el café comenzó
a llevarse otras partes del virreynato.
Este producto se
cultivó inicialmente junto a la caña de azúcar, coca, tabaco y cacao. Pero a
partir de 1850 el valle del río Perené, colonizado por los franceses, alemanes,
ingleses e italianos y que ahora pertenecen a Chanchamayo, Tarma y La Merced se
consolidaron como zonas cafetaleras de primer nivel.
La exportación de
café comenzó en Perú en 1887. Entonces el principal mercado era Alemania e
Inglaterra, ampliándose con el paso de los años.
Según un artículo
publicado en el diario El Mercurio Peruano el 10 de febrero de 1791, el primer
café de Lima fue abierto en 1771 por don Francisco Serio en la calle Santo
Domingo, ubicado en la primera cuadra del jirón Conde de Superunda, a muy pocos
metros de Palacio de Gobierno y cerca de donde entonces estaba el antiguo local
de la Universidad de San Marcos.
Rosario Olivas en
su libro “La Cocina en el Virreynato del Perú” explica que la ubicación de la
naciente cafetería siguió los pasos de los primeros cafés europeos, que estaban
muy cerca de los ambientes universitarios, intelectuales y políticos. Al año
siguiente, en 1772, un señor de apellido Salazar abrió el segundo café limeño
en la calle La Merced que estaba en la quinta cuadra del jirón de la Unión,
“local que en 1791 era llamado Cafés de Francisquín”. Ese mismo año se abrió el
tercer café en la Ciudad de los Reyes, esta vez en la calle de Los Plumereros,
que estaba en la quinta cuadra del jirón Camaná, muy cerca de la iglesia San
Agustín.
Fuente: La Junta del
Café
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